martes, 26 de agosto de 2014

Agosto en Alacant.

Agosto no es un mes que me apasione. De hecho, miro hacia atrás y siempre me ha parecido Agosto un túnel que se va estrechando cada vez más. Me siento como los árboles cuando tienen que desprenderse de sus hojas, de sus vestidos, y lo aceptan, aceptan que ha de ser así para luego volver a lucir su bonita belleza verde, verde esperanza.

Si esos seres, que me ayudan a respirar, pueden sobrevivir a esos cambios constantes, quizá yo deba de aprender de ellos y confiar que un día llegará septiembre. Mi mes preferido del año. Y pondré toda mi energía a relucir. Y me llamaréis entonces Luz. Y nunca más posaréis vuestra ignorancia en la cruz del sufrimiento que ya no me pertenece.

Por lo tanto, este mes es mi calvario. Zigzagueando hasta ver por fin la claridad y sentir en mi piel el viento de la libertad.


Este mes he descubierto pequeños rincones alicantinos. Los rincones alicantinos suelen ser lugares donde encuentras pequeñas cosas colocadas con cierta coquetería, con capricho y siempre te suelen pillar sola, de tal forma que no puedes confirmar si realmente fueron sueños o no.