viernes, 12 de septiembre de 2014

Una semana en el Bierzo - PRÓLOGO





Ahora que se alejan los días, después de nuestro amoroso encuentro. Ahora y siempre. No podré vivir de cualquier forma. Me abristeis vuestros brazos, mis queridos castaños. Me dejasteis beber vuestras aguas, a través de pozas frescas, de tormentas agitadas, de riachuelos llenos de minerales, puros. Me permitisteis comer vuestros frutos, jugoso el frutal del tejo, ciruelas, cerezas... Compusisteis una melodía preciosa, cada día, corzos, grillos, aves, para recomponer mi cuerpo. ¿Cómo es posible seguir viviendo, sino es a vuestra vela?




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