viernes, 25 de julio de 2014

Bloque III: Etapas 5-6 + Teruel // La lectura de manos (y de cartas)


5ta Etapa: Molina-Bronchales

Parece que hoy no tenemos prisa por llegar, hoy la etapa es cortísima en comparación con la anterior, y como somos chulos al estilo castellano, en la llegada de la última etapa haremos un poco de más. El ego ruderico de nuestro querido Cid hace mella en nosotros. Habrá que ser un poco cautelosos que ambos no tememos a nada y eso tiene cierta peligrosidad.

Por tanto, nada mas empezar, y tal como es esta danza de la realidad, también nada mas terminar, seremos testigos del deporte más habitual de nuestro país, los paseos. Ya desviados de la ruta típica, de nuevo, esta incansable y constante latente naturaleza nos deja vestidos de su belleza a la vez que un ruiseñor nos hace su performance dando por concluida la celebración.

Nos metemos en un espejismo enmarcado por sabinares a los que les deseo larga vida dejándoles plasmados, mi compañero y yo, parte de nuestra admiración y respeto. Dejamos el Monte de Picaza y seguimos hasta Orihuela de Tremedal no sin antes parar a comer y afrontar un pequeño puerto. Y desde allí, llegamos al primer destino de este bloque, Bronchales, donde la inocencia del pueblo nos dirige a un atardecer grandioso.

Aunque como diría mi amiga Olga, más grandioso es el ser humano. Cierto es. Sobretodo a través de unas manos humildes, que desean retomar la verdad en este mundo. Yo también lo espero.












6ta Etapa: Bronchales-Teruel 

En realidad, si hubiésemos seguido del todo el track de Aníbal, no habríamos dado por concluida la quinta etapa hasta llegar a Albarracín. Y, seguramente, en cierta forma fue así. Mi compañero, que no es para nada supersticioso, me aseguraba que en toda ruta, si debe de producirse algún percance sería en la sexta etapa (quinta, si hubiésemos seguido el día anterior hasta Albarracín, cinco, en el tarot de Marsella representa el papa, y su otra cara, el quince, el diablo) Y así fue. El primer sobresalto, antes de empezar la ruta, fue de tal calibre que pensamos que nos habíamos quedado sin los tracks, menos mal que no, y el segundo, se me desmonta el transportin llegando ya a Albarracín donde le hacemos un apaño. Todo esto sin contar con los buenos días de un ciervo entre altos pinares, que en casi todas las etapas se me aparecerán, y una pequeña zorrita, que se nos cruza en medio del camino, avanzando velozmente por los altos montes.

Pasado el pueblo, llegamos a una zona repleta de pinturas rupestres, 100 metros faltaron para ver al menos una de tantas pero, otra vez será, en ocasiones, 100 metros suponen la muerte, en este caso, no sabemos lo que hubiese supuesto, algún día volveré. Es un día un tanto caluroso y se respira en el ambiente ganas de llegar a la ciudad. Por una vez llegamos pronto aunque entre unas cosas y otras el atardecer se acerca y solamente nos da tiempo a ojear la torre mudejar del Salvador. Por cierto, el seis, en el tarot, son los enamorados, tres figuras enlazadas de tal forma que no se sabe a quién pertenece cada mano, y su otra cara, el dieciséis, la torre, de donde caen dos personas, volviendo a la tierra.


















1era improvisación: Teruel

Volver a la tierra. En ocasiones, al ser humano se le hace difícil desprenderse de ciertas cosas que pensaba que le acercaban más a la felicidad cuando lo cierto es que le alejaba más de ella. ¡Qué grande es la anunciación del desprendimiento del peso! Y qué placer da deshacerte por un día de las alforjas y caminar por Teruel disfrutando del arte y de la buena compañía. Además de conversaciones que hablan del secreto de la vida, ése que en el tarot está representado por una lámpara roja sujeta por un ermitaño con los ojos bien abiertos deseoso del placer; del delirio del buen yantar y de las risas procedentes del estómago hasta causarte dolor.















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