Querido y malentendido Cid, antes de que yo lo supiera, sabías que recorrería tus pasos llenos de sabiduría. Un día hice una petición a dios y éste señaló tu camino. Agradezco ahora su respuesta. Más de lo que yo pedía.
Ocho días pedaleando más tres fueron suficientes. El tiempo a nuestro favor, siempre. La naturaleza generosa y dispuesta, siempre. Sus gentes un tanto extrañas o éramos nosotros los extraños?
Cada día un brindis. Cada día una fiesta. A pesar de que vivíamos un destierro, el destierro de nuestra timidez, quemado en la hoguera de don Juan, nos supo dulce y valeroso.
Los días empezaron turbios, espejos unos de otros, nos pusieron en nuestro sitio, primero, y nos regalaron el presente, segundo.
Le hicimos burla a la muerte. Borrachos de vida. Borrachos de conocimiento. Que no es otro que vivir el momento, que confiar, que amar. Atravesamos límites y fuimos recompensados por tal valentía.
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