Retomamos el camino sin saber muy bien hacia donde nos dirige. Observo a mi compañero, no sé en que momento ha cambiado su parecer, descubro un ser sereno, que se deja llevar por cada instante.
La ruta de hoy es bien sencilla, vía verde, tan sencilla que nos perdemos. Nadie se libra de la soberbia. Se nos cruzan cornejas por la derecha, por la izquierda, ¡por todos los lados! Buen presagio. Y tanto. Siguiendo el GR-7 dirección Delfos llegamos al camping ecológico invadido por ángeles cantores.
Nos dan alojamiento y, como cada final de ruta, realizamos nuestros rituales. Yo uno de más, junto las manos y me dejo llevar. Abro los ojos, me mira más allá de mis pupilas, peinada de paz, y él, por saber apreciarlo, también.
Nos cubre un manto de estrellas y nos ilumina una pequeña luciérnaga. La chispa no prende si se insiste en cometer la misma práctica, pequeñas ramas ayudan a encender el fuego manteniendo su llama hasta más de media noche.
8va y última etapa: Mas-Valencia
Estamos eufóricos, hoy es el final de la travesía. Pasamos Caudiel, Jérica, algún tramo de vía verde de nuevo hasta la sorpresa del día, la sierra de la Calderona, dura y mística. Espléndida para los que quieren notar de cerca la mano de dios. Terminan las subidas justo en el momento en que mi cuerpo iba a entrar en su estado de alarma, bajamos y cruzamos los huertos valencianos hasta llegar a la ciudad.
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